Grupo sanguíneo: Tinto
12.10.2005
  “Te llevaré en mi pecho,/ tu nombre es mi tatuaje,/ la marca del amooorrrrrr” o Defensa emotiva del Grupo Cali
Noche de asado dentro del sábado de Bº Belgrano. De asadazo y sabadazo. Espectacular: temperatura agradable (las chicas bien frappé, los muchachos 30º C. a la sombra) Pico libre de Pelopincho inauguración de temporada.

El arbolito nos tira una penumbra templadísima al cruzarse en el camino de la luz del aplique que hace las veces de portátil colgando de la soga de tender. Bajo su influencia, somos sombras felices dándonos chapuzones en nosotros.

Cargamos vasos de cerveza cual Martinis en nuestro Caribe particular de un patio de Belgrano, y atacamos con ferocidad una picada salvadora que compuso la Ari con hamburguesa jurásica fría, milanesa napolitana de pollo antiguo (¿pterodáctilo?) y berenjena rellena.

Pongo sobre las rodajas de pan solamente pedacitos de hamburguesa y de napolitana. No como berenjena desde que mi abuelo Jacinto, siendo yo apenas un niño me dijo con rencor notable en su voz castellana que esa planta anual de la familia de las solanáceas, de cuatro a seis decímetros de altura; ramosa, con hojas grandes, aovadas, de color verde, casi cubiertas de un polvillo blanco y llenas de aguijones; flores grandes y de color morado, y fruto aovado, de 10 a 12 centímetros de largo, cubierto por una película morada y lleno de una pulpa blanca dentro de la cual están las semillas, era “comida de turcos”.

Desde entonces le agarré una bronca premonitoria cuya fecha de vencimiento era mayo de 1989, y que, por cuestiones que no vale la pena recordar, se ha extendido hasta el casamiento de mi tataranieto.

Entiendo que la Lali y la Ariana hagan caso omiso de las reyertas entre España y Marruecos. Al fin sus apellidos no las invitan a la contienda: una es Saraceni y la otra Moretti. Pero sus apellidos no las eximen de los conflictos de la clase trabajadora argentina (no es un oxímoron) contra su máximo enemigo. Son mercenarias gourmet y su instinto de supervivencia es insuperable: prefieren comer berenjena a morir de inanición.

No las entiendo, aunque es conveniente aclarar que estamos compelidos por el hambre a subsistir en este berenjenal. El Beto, MI AMIGO EL PELADO, encargado de la provisión de víveres y béberes (¿?) (a estas alturas, ya mi EX AMIGO EL PELADO) me traiciona y no viene a mí con la marucha vencedora, con el costillar victorioso envuelto en la bandera albiceleste del triunfo sobre las demás razas del mundo, que en su inferioridad no conocen el asado.

Tarda. Mi EX AMIGO EL PELADO tarda. Pero, como todo en esta vida, llega al fin. Besos y abrazos, saludos y risas, palmaditas en su bocha calva que esta noche refleja un brillo especial: hay reunión plenaria del Clú.

Arropados por la candidez del paisaje post-menemista, este grupete de amigos autodenominado “Clú del Asadito” se deja llevar por la fiebre del momento. De todos modos, tal como lo indica uno de nuestros tantos lemas (que acabo de imponer, mas no de inventar), privilegiamos cantidad a calidad y efecto a sabor: hay que pasar lista antes de emprender la masticanza y el bebimiento(¿?)

Los dueños de casa, El Pelado y la Ari, están. Mandale una P en la planilla. Otra P para el Departamento Legales: la Dra. Marita a full, vaso en mano. El Edu duerme por ahí junto al Barbieri: ponele presente. A ver..., el cuerpo médico..., P para ellas, ahí andan Pachachín Entrerriano Margarita y Andrea (la inventora de Cara de Papa) La Profe Luci vino. Vino para la Profe, che, que si no se pierde. La Lali y yo también vinimos. Ya tenemos quorum: podemos comenzar a deglutir, digo a debatir.

Cabe aclarar que la “Comisión Diretiva” no está completa: falta la Melanie, que como no le alcanza lo que gana como psicóloga, se fue a hacer unas changas como ayudante de fotografía a un cumpleaños.

Todo es jolgorio, desenfrenada jarana de alocados registros, y entre bromas desopilantes que van desde arrojarle una miguita de pan al Edu hasta mojar con agua de la pile a la insolada Andrea (inventora de la famosa Cara de Papa), la paz del momento nos sobrecoge.

Pero ya me parecía mucho. Uds. saben, amigos, que nada es perfecto. Por eso, acompañando nuestra condición mortal, esencia de toda imperfección en el hacer humano, la compu nos obliga a escuchar “música popular” en formato Mp3.

¿Me quieren decir qué cuernos es un Mp3? ¿Alguien, alguna vez vio un Mp3 en la calle, en una disquería, en una plaza junto a hippies que los intercambiaban? ¿Jaime Torres, por ejemplo, tuvo entre sus manos alguno? Ni hablar de Don Sixto Palavecino. No Señor, el/los/la/las Mp3 (*) no existe/n. ¿Me escuchaste/ron bien Mp3?: ¡¡NO EXISTÍS/TEN!!

(*) Pensamiento colateral y simultáneo: "me inclino por pensarlos/las en plural, ya que ese 3 algo nos debe querer decir. Más complejo es el tema del género."

¿En dónde quedó el viejo y querido disco compacto con archivos de audio, no digo ya las cassettes, ni mucho menos ¿los/las? magazines, si apenas ayer estábamos colgando del espejo retrovisor de la chata o colocando entre los rayos de la Bianchi rodado 16 el novedoso y vencedor CD, plateado y brillante como un pejerrey recién pescado, tirado al sol?

Creo que hay que volver a las fuentes, a lo tangible, porque si no, nos vamos a quedar sin nada. En este mundo virtual en el que todo se vanaliza mi mujer come berenjenas, mi dinero es un número que nunca puedo tener en la mano para comprarme mansiones pre-menemistas reales, mi amigo El Pelado se jacta de tener “más de mil discos” que no ocupan espacio salvo en su disco rígido (otro disco de mentira). Ahora los libros, como el saber, no ocupan lugar. Nos vamos a quedar sin nada, todo va a ser “virtual”: la cerveza, la Pelopincho, Bº Belgrano, las milanesas, las berenjenas (eso estaría bien), el vino, y hasta la cumbia, que es lo más concreto que existe en el universo.

Se lo digo a mi amigo El Pelado en voz alta. Desde la mesa, allá lejos, se produce un silencio, y en ese vacío se produce un ataque en dominó de cabezas de la masa societaria del Clú sobre mí. Sus ojos encendidos de furia me queman a la distancia. Los miro con fimeza y repito el concepto para que todos confirmen que oyeron lo que creen haber oído: LA CUMBIA ES LO MÁS CONCRETO QUE EXISTE EN EL UNIVERSO. Si no, fíjense en las obras en construcción, en las innumerables y molestérrimas (¿?) obras en construcción que hoy pululan (¿?) por el país. Bueno, díganme qué música escuchan esos edificadores de realidad, nuestros obreros de UOCRA, nuestros señeros paladines de la vida no ya concreta sino DE CONCRETO. ¿Eh? Fácil, che: CUMBIA. C-U-M-B-I-A.

Mientras me enciendo en la retórica, mientras me calcino en el discurso, mientras estallo en mil pedazos y vuelo por los aires de Bº Belgrano en esta arenga de Napalm tropical, el vecino del Pelado se convierte a mi fe iluminado por el espíritu de The Palmers, y en señal de adoración clava en su resplandeciente equipo de audio el último CD del Grupo Cali: "Durísimo". Completito, completito.

Mastico el bocado de entraña bien jugosa que acaba de poner en la tablita El Pelado. Rodeado de mis amigos, con el vino tinto llamándome a gritos desde la taza de te, me sobrecojo, me extasío en la noche del oeste rosarino. Junto al bocado de entraña, saboreo el tema "Tatuaje" mirando a mi mujer, tan rubia allá en la mesa: "...te llevaré en mi pecho, tu nombre es mi tatuaje, la marca del amooooooorrrrr."
 

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